LA MUJER Y EL TRABAJO
Antiguamente las mujeres que pertenecían a la nobleza y la alta burguesía no se les permitía trabajar, debido a que estas eran esclavas de sus familias y de la sociedad, al contrario de las mujeres de clase baja como lo eran las criadas y las campesinas, las cuales se dedicaban a ayudar a sus parejas en el campo, a cuidar de sus hijos y a realizar las tareas del hogar, más sin embargo, no se les reconocía como trabajadoras.
La mujer básicamente sólo servía para lavar, cocinar, atender a su marido e hijos, y a pesar de que esta ideología se tenía en ese entonces actualmente aún perdura, debido a que a menudo estas labores ya mencionadas no figuran como un trabajo para la mujer, agregando a esto que muchas de estas féminas trabajan fuera de casa causando esto una doble jornada de trabajo, la que realizan en su hogar y la que realizan fuera de él.
Los movimientos feministas tienen su origen en la Declaración de los derechos universales de igualdad y de libertad promovidos en la Revolución Francesa y en la Ilustración, en donde las mujeres tomaron conciencia sobre la situación que estaban viviendo, generando así luchas femeninas que hoy nos permiten gozar de derechos que en el pasado eran negados.
En estos movimientos se comenzó a reivindicar la igualdad en todos los terrenos, tanto en derechos como en oportunidades, que no solamente favorecieran a los varones.
Además de que a raíz de estas luchas sociales se ha logrado avanzar en la inclusión del papel de la mujer como un pilar fundamental en la sociedad, las cuales han tenido que protestar para poder adquirir derechos como el derecho del trabajo, a la libertad de expresión, a participar activamente en la política, a estudiar, al sexo y también al descanso después de las jornadas de trabajo, derechos que hoy en día se nos permite gozar y que como anteriormente se mencionaba eran negados.
A medida que pasaba el tiempo la Revolución Industrial cambió la forma de encarar a la sociedad, pues las mujeres se integran al mundo laboral, siendo la primera vez que la las féminas trabajaban la sociedad lo percibe como algo inusual y raro, exigiendo a estas más obligaciones en su contrato que a los hombres para poder entrar en el campo laboral.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) promueve las oportunidades igualitarias tanto para hombres como mujeres en condiciones seguras, libertad, equidad y dignidad humana, considerando que la igualdad de género es un derecho humano fundamental. Más sin embargo, actualmente la realidad es otra a pesar de los avances que hasta ahora se han producido en cuanto a la lucha de las mujeres por un trabajo igualitario, la discriminación a la mujer aún sigue existiendo en los mercados laborales mundiales, considerandolas como seres inferiores.
Hoy en día en muchas regiones del mundo, las mujeres tienen más probabilidad que los hombres de encontrarse y permanecer en situación de desempleo , pues tienen menos oportunidades de participar en empleos y cuando estas se presentan mayormente se ven obligadas aceptar empleos con peores calidad, inseguros y con sueldos inferiores al mínimo, debido a la situación por las cuales están pasando. Uno de los determinantes por lo que muchas organizaciones se niegan o abstienen de contratar a mujeres es por el miedo de que estas lleguen a quedar embarazadas, pues esto implica que no rendirá en su trabajo como antes, que habra que pagarle descansos prenatales y postnatales y que usualmente está se verá obligada a pedir permisos por una nueva carga que tendrá como responsabilidad, generando molestias a estas organizaciones.
Otra muy importante sería que las organizaciones consideran que los hombres se encuentran mucho más capacitados que las mujeres, aportándole más mérito a esté, esto se percibe debido a la desigualdad que existen en los salarios ya que la mujer gana aproximadamente de un 70% al 78% de lo que ganan ellos, lo que resulta muy injusto porque si un hombre y una mujer desempeñan el mismo puesto de trabajo porque a estos se les paga un sueldo completo y a las mujeres solo un poco más de la mitad, si son las mismas tareas, lo mismo pasa cuando se aspira a obtener cargos directivos, pues muchas veces estos son otorgados a los hombres por su capacidad de “mayor compromiso y lealtad con las organizaciones”.
Un estudio realizado por la Financiera Española Ana Belén Arcones considera que de seguir la tendencia como hasta ahora, estima que se necesitarían mundialmente 118 años para lograr la igualdad entre hombres y mujeres.
La Mujer y el Cuidado de sus Hijos
El papel tradicional de la mujer en su núcleo familiar hace que la mayoría de las veces estas tengan que quedarse en su hogar para atender a sus hijos, pues tal es el cuidado que resulta agotador. Por otra parte las mujeres que desempeñan dos trabajos como lo es atender el hogar y atender sus compromisos laborales fuera de esté suelen presentar mayores índices de agotamiento, estrés y poco descanso que los hombres, ocurre también que muchas de estas mujeres al no contar con el tiempo suficiente para dedicarle a sus hijos se sienten culpables por no poder pasar más tiempo con ellos debido a las largas jornadas de trabajo.
Desde que se incrementó la incorporación de la mujer al mundo laboral, ha habido multitud de estudios que analizan el impacto que esto tiene para los niños. Un estudio realizado por Investigadores de la Universidad de Macalester –en Minnesota, Estados Unidos- revisó el pasado año 69 estudios sobre la influencia de la vida laboral de las madres en el comportamiento de sus hijos. Al contrario de lo que parecía al comienzo, resultó que los niños de madres trabajadoras tuvieron mejores notas y sufrieron menos crisis de ansiedad que los niños cuyas madres se dedicaban a su cuidado en exclusiva.
Ranking Mundial en la Igualdad de Género
Actualmente Islandia es el país líder en respetar la igualdad de género seguido de otros países nórdicos, por nuestra parte Venezuela se sitúa en el puesto 74 de igualdad de género según datos del año 2016 con un porcentaje de 69.37%, tasa que ha disminuido al pasar de los años.
La mujer trabajadora Venezolana aún se encuentra expuesta a la desigualdad de género, sutil pero presente, lo cual te hacen pensar que no es tu momento, que aún no, quizás porque debe existir una sumisión a los designios machistas. La realidad es patente y patética, la mayoría de las mujeres venezolanas trabaja en el comercio informal, como domésticas y sin protección social, muchas apuestan por el emprendimiento, elaboran productos artesanales en casa o trabajan como costureras, como una forma de sobrevivencia frente a la grave crisis que agobia el país, porque hoy en día el gobierno no está en posición de garantizar a nadie un trabajo decente que les permita llevar una vida digna y el sustento al hogar.
La situación actual del país radicalizó la diferencia de género, dados los niveles de sobrevivencia de ambos sexos. Las mujeres venezolanas atienden su casa y su familia pero no se limitan solo a eso, además tienen que rebuscarse con varios trabajos, formales e informales para poder subsistir y así enfrentar el alto costo de la vida.
Sin embargo y a pesar de las discriminaciones y dada nuestra lucha incansable, en Venezuela, la mujer ha fortalecido su liderazgo en la sociedad a través de la toma de decisiones y la ocupación de cargos importantes en la administración pública.
Conclusión
Se considera que el reparto desigual de las labores de cuidado y las tareas domésticas no remuneradas entre las mujeres y los hombres, y entre las familias y la sociedad, es un determinante importante de las desigualdades de género en el trabajo. Lo cual es necesario que se mejore para dignificar a la mujer trabajadora, además de hacer valer su trabajo al igual que a los hombres.
Una cita muy interesante que nos llamó la atención fue la de Ayn Rand la cual escribió: “Elegiré amigos entre los hombres, pero no esclavos ni amos…”
Ese es el sueño de toda mujer trabajadora, un mundo de iguales donde la diferencia entre hombres y mujeres sólo sea una cuestión de atributos físicos, nada más.
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